Este es un escrito a modo de reflexión, debido a mis observaciones y la de otros hermanos militantes en CGT, sin mayores pretensiones.
La cla1mayo_5se trabajadora se viene agrupando en organizaciones para la defensa de sus derechos que a lo largo de la historia les ha robado el Estado y sus sistemas: monárquico/capitalista/fascista, en definitiva, el llamado Estado burgués. Entre otras organizaciones que históricamente se han destacado en esta defensa de derechos están la Anarquistas.

Anarquía viene de la partícula griega an-arque, en contra de la autoridad; desde esa premisa las Organizaciones Anarquistas han desarrollado los contenidos de su ideología. Ante algunas de las propuestas que se están escuchando parece que debiéramos plantearnos, después de tantos años de lucha contra un enemigo común (capital, patronal, Estado…) que ahora la lucha es otra.

Las discusiones sin fin y sin argumentos nos llevan a pensar que la lucha es contra la propia organización, la CGT. En una palabra, todo parece apuntar a la construcción de una escisión organizada a fin de convertir un Sindicato anarquista en un sindicato de masas.

De todos los efectos que el triunfo de esta cuestión puede originar el más insidioso y repugnante es, primero y fundamental, el abandono por parte de los trabajadores de la herramienta principal para la defensa de sus intereses de clase, los sindicatos anarquistas; el segundo facilitar a la represión capitalista el trabajo policial, a fin de acabar con los sindicatos.

Es evidente que las dos posturas son incompatibles para los que creemos en el anarcosindicalismo.

Tal cuestión desvela precisamente la raíz de la degradación ideológica en la CGT, en términos generales, que ha ido al compás de la sociedad capitalista burguesa y algún movimiento social reproducido dentro del Sindicato. Se reafirma la falta de debate interno lo que se debe a la escasez de militancia, y al hablar de militancia nos referimos a algo más que simples afiliados o personas que están en la CGT en virtud del pago de cuotas, pero que no son de la CGT.

Un militante es el que se implica a fondo en todas las actividades del Sindicato y es el más consciente de por qué se llevan a cabo. El militante de la CGT debiera disponer de una clara formación ideológica con el fin de transmitir esas ideas de palabra o de obra y este trabajo ha sido, para nuestra vergüenza claramente descuidado y sacrificado a favor del crecimiento orientado a la masificación en competencia con el sindicalismo amarillo, lo que parece que se apoya desde algunos sindicatos e individuos de la CGT. Ello ha originado en la CGT pérdida de ideología, enfrentamientos internos a fin de desviar objetivos claros y la traición a nuestros principios, lo que no nos lleva a ningún lugar.
Contra ello está muy claro que hoy la prioridad de los militantes está en defender la fidelidad a los principios, tácticas y finalidades anarcosindicalistas.

El anarcosindicalismo tuvo la visión, hace más de dos siglos, de englobar la lucha social y económica en sus acciones. El que afiliados a esta organización, la CGT, hayan decidido volcar su actividad en otras organizaciones políticas y sociales, demuestra la nula visión de esos trabajadores y muestra el desconocimiento de la organización en la que se encuentran.

No debemos esconder nuestro compromiso ideológico para ganarnos simpatías, ni actuar como otras organizaciones sindicales que lo que hacen es perpetuar este sistema degradante basado en la competitividad y la explotación de los más débiles.
En definitiva, que los compañeros que, por desconocimiento, se encuentran en esta tesitura, deberían centrarse más en las actividades de su organización natural, el sindicato, ya que éste, en si mismo, agrupa toda la actividad socio-política y dejar de enfangar y poner palos en las ruedas de la organización, la CGT, a la que están asociados.

José Antonio Bayona. Afiliado del STAP
“En cuanto que revolucionarios conscientes nuestra misión consiste en hacer de detonadores, una vez, dos veces, veinte veces si es necesario, hasta llegar a la explosión colectiva, que puede llevar a la revolución hasta su verdadero objetivo final: el cambio total de la forma de vivir de los hombres”
(Buenventura Durruti)